La Asociación Española de la Biomasa, AVEBIOM, publica la comparativa de precios entre las principales fuentes de energía disponibles en el mercado actual para calefacción doméstica, con datos del primer semestre del año 2024 para ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas.
Con los precios de la energía sufriendo oscilaciones muy notables en los últimos años, los consumidores europeos y españoles se enfrentan a la necesidad de elegir la fuente de energía más adecuada para calentar sus hogares. Esta elección no debería apoyarse únicamente en el coste del momento, sino también en la estabilidad de los precios a lo largo del tiempo y el impacto ambiental de cada opción.
Se han utilizado datos procedentes de EUROSTAT, IDAE, MINETUR y MIBGAS, y los índices de precios de la biomasa (IPB) que elabora AVEBIOM de forma trimestral desde 2012 para pellet de madera, astilla y hueso de aceituna.
Biocombustibles sólidos: calefacción renovable y económica
Los biocombustibles sólidos como los pellets de madera, el hueso de aceituna y la astilla de madera siguen siendo las opciones más económicas y sostenibles para calefacción en 2024: ofrecen un coste significativamente más bajo que el de la electricidad y los combustibles fósiles, y su precio demuestra mayor estabilidad a lo largo del tiempo.
Así, en junio de 2024, los precios de los pellets de madera y de hueso de aceituna a granel se situaban por debajo de los 7 c€/kWh, mientras que la astilla de madera se mantiene como la opción claramente más económica, con precios rondando los 3 c€/kWh.
Los biocombustibles sólidos fueron la opción más competitiva para calefacción en 2022 incluso en los momentos en los que los precios del pellet y del hueso alcanzaron sus máximos históricos, en contra de la percepción de algunos usuarios. De hecho, calentarse con gas natural en 2022 fue un 44% más caro que hacerlo con pellets, y hacerlo con radiadores eléctricos, por ejemplo, costó el triple que calentarse con pellets.
Los precios de los biocombustibles sólidos al consumidor final empezaron a bajar ya en diciembre de 2022 y han seguido reduciéndose durante 2023 y 2024; así lo recoge el índice de precios (IPB) que elabora AVEBIOM trimestralmente para pellet, astilla y hueso, y el índice ex Works para pellet ENplus® en fábrica, calculado de forma mensual.
La electricidad, la opción más cara
La electricidad sigue siendo una de las opciones más caras para calentar una vivienda. Aunque en 2023 y 2024 los precios disminuyeron ligeramente tras la crisis energética de 2022, en junio de 2024 se situó alrededor de los 14 c€/kWh. Incluso considerando su uso con una bomba de calor, teniendo en cuenta un SCOP realista de 2,5 (coeficiente de rendimiento estacional), calentarse con electricidad marcó el máximo de todas las tecnologías con 9,74 c€/kWh en junio de este año, como se refleja en el gráfico.
La intermitencia en la generación de la eólica y solar y la limitada interconexión con otros mercados europeos mantienen los precios elevados. Aunque en los próximos meses los precios de la electricidad se mantendrán probablemente más bajos que los picos de 2022, la volatilidad sigue siendo un riesgo, especialmente si la demanda crece más rápido que la capacidad de generación renovable.
Gas natural y gasóleo C
En cuanto al gas natural, se sitúa como la tercera opción más cara para calefacción en España. En junio de 2024, la TUR2 (para contratos de >5.000 kWh/año) se sitúa alrededor de los 8,2 c€/kWh.
Aunque su precio ha experimentado una notable caída en 2023 y 2024, tras los picos históricos de 2022, debido a la estabilización del mercado internacional de energía, la diversificación de fuentes de suministro y la reducción en la demanda, podría volver a aumentar en los próximos meses si la demanda global se recupera o si surgen nuevas tensiones geopolíticas. Así, aunque en algunos momentos se sitúa como una opción competitiva, los consumidores han de estar atentos a posibles fluctuaciones como las ya acontecidas en años anteriores.
Con 9,18 c€/kWh en junio de 2024, el gasóleo C es la fuente de energía más cara después de la bomba de calor eléctrica.
A pesar de que es una de las opciones más comunes para calefacción en zonas rurales y en viviendas que no tienen acceso al gas natural, su uso sigue disminuyendo debido a la creciente adopción de alternativas más sostenibles y a la volatilidad en los precios del mercado de combustibles fósiles.